Es fácil querer seguir conduciendo cuando te sientes bien, pero es importante parar antes de sentirte agotado. Un descanso de 10 a 15 minutos cada dos horas te ayudará a recargar energía. Aprovecha para estirarte, caminar un poco, y beber agua.

La deshidratación es una de las principales causas de fatiga. Llevar suficiente agua y beber regularmente te mantendrá fresco y alerta. Evita bebidas con mucha cafeína, porque aunque te den energía momentánea, pueden causarte una caída brusca después.

Evita comer en exceso antes de conducir largas distancias. Las comidas pesadas te harán sentir somnoliento. En su lugar, opta por snacks saludables, como frutas o frutos secos. Estos alimentos te proporcionarán energía sin causar pesadez.

Una mala postura puede acelerar el cansancio. Mantén la espalda recta, las manos relajadas en el manillar, y asegúrate de que tu asiento esté ajustado a la altura correcta. Si sientes incomodidad, cambia de posición ligeramente o haz breves ejercicios de estiramiento.

No ignores las señales de cansancio. Si sientes que te cuesta concentrarte o que tus reflejos están más lentos, es momento de parar. A veces, un descanso corto puede hacer una gran diferencia en tu rendimiento.

Nunca subestimes el poder del descanso previo. Dormir al menos siete horas la noche anterior a una larga ruta es clave para mantenerte alerta. Si viajas varios días, asegúrate de dormir bien cada noche para evitar la acumulación de fatiga.

A veces, el cansancio puede ser más mental que físico. Cambiar tu enfoque y pensar en pequeñas metas, como llegar al próximo pueblo, puede ayudarte a mantener la mente activa. Divide el viaje en etapas y disfruta de cada tramo sin pensar en lo largo que es el recorrido.